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Llegaron de Venezuela a Nueva York y consiguieron asilo. Días después lo perdieron

Millones de solicitantes de asilo han desbordado el sistema de inmigración de Estados Unidos. Una confusa equivocación mantiene a una familia en el limbo.

Dyluis Rojas, su esposa y sus hijos huyeron de Venezuela y, luego, de Colombia y Chile. Cruzaron desiertos, selvas y ríos con una meta en mente: llegar a Estados Unidos y quedarse ahí.

La familia llegó en junio de 2022. Menos de año y medio después, se pusieron muy felices cuando recibieron la noticia de que su solicitud de asilo había sido aprobada por el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por su sigla en inglés), una de las agencias federales que tramita los asuntos migratorios. Rojas y su esposa pronto podrían comenzar a trabajar. A la larga, podrían solicitar green cards.

Entonces, pocos días después, llegó otra carta, fechada el mismo día y firmada por el mismo funcionario. La misiva señalaba que el motivo para solicitar asilo presentado por Rojas había sido considerado “no creíble” y que no se le concedía el asilo. La familia enfrentaba la posibilidad de ser deportada.




Fotografía de José A Alvarado Jr.


Para Rojas fue como empezar “de cero otra vez”, dijo.

No queda claro por qué se emitieron dos notificaciones contradictorias ni cuál se mantendrá. Los abogados de inmigración afirmaron que la situación de Rojas parecía muy inusual, pero que la mala comunicación dentro y por parte de las agencias gubernamentales era frecuente. Ahora, la familia espera de nuevo y su destino es incierto.

Las cartas contradictorias llaman la atención hacia un sistema que está gravemente saturado a medida que continúa el flujo de migrantes que cruzan a Estados Unidos.

Miles de personas llegan cada día, con sus esperanzas puestas en una burocracia de inmigración tambaleante que ha recibido cifras récord de solicitudes de asilo en los últimos dos años. Ahora, hay un retraso de dos millones de casos de asilo, según datos del USCIS y Transactional Records Access Clearinghouse (TRAC) de la Universidad de Syracuse.

Los solicitantes de asilo deben ingresar sus peticiones dentro del primer año tras su llegada a Estados Unidos, pero la mayoría de los migrantes no cuentan con el conocimiento ni los recursos para hacerlo. Los formatos se presentan ante dos entidades federales: el USCIS, que está bajo la autoridad del Departamento de Seguridad Nacional, y las cortes migratorias, las cuales son parte del Departamento de Justicia.


Los solicitantes de asilo pueden aguardar durante años antes de recibir un fallo y los tiempos de espera y tasas de aprobación varían dependiendo de la región de Estados Unidos en que se encuentren y su nacionalidad, entre otros factores. En los tribunales de todo el país, el tiempo promedio estimado para una audiencia de asilo es actualmente de 1429 días, según TRAC.


Fotografía de José A Alvarado Jr.


En el USCIS, el tiempo del proceso es de alrededor de una década.

Un funcionario del USCIS manifestó que la agencia no emite comentarios sobre casos migratorios particulares. El funcionario afirmó que el USCIS evalúa cada caso de manera justa y humana y que estaba destinando recursos para reducir los retrasos.

Debido a la falta de personal, las agencias gubernamentales están perpetuamente tratando de mantenerse al día y en ocasiones se equivocan, lo que deja la vida de migrantes como Rojas pendiendo de un hilo.

La situación solo puede empeorar. Los cruces en la frontera sur han alcanzado cifras récord bajo la presidencia de Biden. En las últimas semanas, la Patrulla Fronteriza ha detenido hasta 10.000 personas en un solo día. Más de 160.000 inmigrantes, muchos de ellos venezolanos, han llegado a Nueva York desde la primavera de 2022, y unos 70.000 permanecen bajo la tutela de la ciudad.

La crisis ha sido una difícil prueba para el alcalde de Nueva York, Eric Adams, quien ha implorado a los funcionarios federales que alivien la carga de las grandes ciudades aportando más fondos, pero también agilizando los permisos de trabajo y ayudando a más personas a solicitar asilo, una de las pocas vías para poder trabajar de forma legal.



En junio, el ayuntamiento abrió un centro de ayuda. Hasta la semana pasada, la ciudad había ayudado a las personas migrantes a completar 25.000 solicitudes, entre ellas para estatus protegido temporal, permisos de trabajo y asilo. De dichas solicitudes, más de 8100 fueron de asilo y no está claro si se le ha concedido a alguna de esas personas.

De forma anecdótica, abogados de inmigración aseguran que algunos migrantes que llegaron a Nueva York en los últimos dos años han recibido decisiones sobre sus casos de asilo, pero que la vasta mayoría de esos casos todavía están pendientes.

El largo tiempo de procesamiento fue una razón por la que Rojas y su esposa, Grisy Oropeza, estaban sorprendidos y muy emocionados de recibir una notificación de aprobación tan solo cuatro meses después de haber entregado la solicitud.

“No nos salían las palabras”, recordó Rojas hace poco sobre el día que recibieron la noticia. “Estábamos ahí en shock”.

El equipo de un noticiario televisivo registró el momento en que alguien de un grupo comunitaria les explicó lo que significaba la carta. Rojas y Oropeza se enjugaron las lágrimas.

“El sueño comienza hoy”, les dijo entonces Ana Maldonado-Alfonzo la asistente jurídica que les ayudó a hacer la solicitud.


Fotografía de José A Alvarado Jr.


La petición de asilo de Rojas indicaba que unos funcionarios bajo las órdenes del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, habían intentado extorsionar a la pequeña tienda que él y su esposa operaban desde su hogar. En su solicitud, Rojas mencionó que él había sido golpeado y encarcelado cuando se rehusó a pagar y que, tras ser liberado, continuó recibiendo amenazas de muerte.

A la larga, después de tratar de ganarse la vida en Colombia y Chile, donde aseguraron haber sufrido xenofobia, la familia, entre ellos un bebé que en ese momento tenía 5 meses, inició una travesía de meses para llegar a Estados Unidos.

No tenían un destino preciso en mente, pero habían escuchado mucho de Nueva York y conocían a alguien ahí. Rojas explicó que los funcionarios los enviaron en autobús desde la frontera hasta Washington y de ahí ellos emprendieron el camino hacia el norte.

Desesperados por trabajar, presentaron su solicitud de asilo en junio de 2023.

La esperanza que tenían era “llegar aquí, conseguir un empleo, estar establecidos con los niños, tener una vida mejor”, dijo Oropeza.

Una vez que ingresaron a un refugio en Brooklyn, comenzaron a generar algo de estabilidad. Los hijos mayores empezaron a asistir a la escuela, donde los maestros bilingües y algunos amigos que hablan español les ayudaron a adaptarse. Con ropa donada, superaron su primer invierno.

En octubre, recibieron la notificación de la aprobación del asilo. Después, llegó la carta de rechazo. En noviembre, sin que se les diera una razón, la familia fue trasladada a un refugio en un hotel de Queens, por lo que era necesario un transporte de más de una hora para llegar a la escuela de los niños en Brooklyn.

La familia se presentó ante la corte migratoria el miércoles, un paso que ManoLasya Perepa, consejera de políticas de relaciones gubernamentales en la Asociación Estadounidense de Abogados de Migración, calificó de “una enorme pérdida de tiempo”.

“Quienquiera que haya establecido en principio que tenían los elementos iniciales que les otorgaron el asilo determinó que la familia, por ley, cumplía con sus requisitos de prueba”, comentó Perepa. Perepa agregó que “ineficiencias, malos manejos y redundancias” como las que parecen haberse incurrido en este caso son las que causan que el sistema migratorio “sea lento e injusto”.


Jose Perez, un abogado de migración que representa pro bono a Rojas y a su familia, expresó que el mejor resultado sería que el caso en la corte se desestimara y que el USCIS emitiera una decisión final con base en la petición de asilo original. De otra manera, la familia podría estar en un limbo legal durante años.

Sin embargo, en la audiencia de Rojas del miércoles, un abogado del gobierno se negó a desechar el caso de inmediato.

Perez ahora dispone de 30 días para solicitar formalmente al gobierno que emplee su criterio ya sea para otorgar asilo a la familia o desestimar el caso y hacer que USCIS vuelva a poner en vigor la autorización original.

Si el gobierno no responde o desea que el caso se resuelva en tribunales, la jueza dijo que va a programar una audiencia, probablemente más adelante este año.

Mientras tanto, ni Rojas ni Oropeza podrán volver al trabajo, a menos por los siguientes meses, mientras reúnen los requisitos de elegibilidad para conseguir un permiso de trabajo como solicitantes de asilo.

Oropeza dijo que sentía como si “de un momento a otro” le hubieran quitado un sueño. “Uno pasa por muchas travesías para llegar acá. Llegar acá y no saber el destino”, comentó, era deprimente porque “sigues en la misma travesía”, añadió.


Artículo por Nina Agrawal.

Tomado de nytimes.com

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